Este es un relato viejito mío que quiero compartirlo. Cada vez que lo veo siento la necesidad de tratar de arreglarlo o de cambiarlo...En fin espero que lo disfruten.
El
número equivocado
En un
mismo tiempo lo que ayer eterno
entra en otras ropas, lo casual desdobla lo tan cierto.
Las curvas que cruzan los planos tan rectos
y alguien busca sin temor el número imperfecto.
entra en otras ropas, lo casual desdobla lo tan cierto.
Las curvas que cruzan los planos tan rectos
y alguien busca sin temor el número imperfecto.
(Catupecu Machu)
( Episodio I)
Suena el
teléfono
-hola.
-Hola, ¿esta
Marisol?
-¡NO!
Equivocado señor (y corta bruscamente)
El hombre
desconcertado revisa el número y vuelve a marcar.
-Hola
-Hola, sí,
¿Está Marisol?
-No señor,
¡equivocado!
-Espere,
espere ¿Es el 46532435?
-Sí, señor
pero no hay Marisoles por aquí.
-¡Qué raro!
¿No me estará ocultando algo no, señorita?
-Señora, y
más respeto que soy casada.
- Marisol,
¿no te acordás de mí? Soy Eduardo.
-¡Que no
vive ninguna Marisol acá señor!, ¡déjese de hinchar o aviso a la policía! Mire
que su número aparece en mi teléfono, está claro ¿eh?
El hombre corta abruptamente. Revisa nuevamente
el número, se pregunta por qué esa señora no admitía ser Marisol, la chica que
siempre fue dulce, tierna, la mujer que él siempre amó. “Probaré más tarde, ahora necesito pensar” se dijo mientras
preparaba una taza de café. Lo noche se vestía con nubarrones y truenos, apenas
podía lucirse la luna. “intentaré otra
vez” repetía en medio de la soledad de su habitación, plagado de ansiedad, escondido porque no quería que su novia, recién llegada
de un viaje largo, lo escuchara. “Cuando Diana-su novia- entre a la ducha, llamo” dijo. Instantes
después el hombre oyó el ruido de la puerta del baño que se cerraba
fuertemente. Probó suerte otra vez.
Episodio II
-Hola
-Hola, ¿Marisol?
-Señor,
¿otra vez usted? Se lo repito una vez más, acá no vive ninguna Marisol.
-Yo sé que
sos vos Marisol. Yo sé que el tiempo nos separó por cagadas que me mandé, pero
escúchame, yo te amo y siempre te ame.
-Señor, es
todo muy lindo lo que dice, pero cómo le hago entender que yo no soy Marisol.
-Yo sé que
no querés hablar conmigo, que todo lo que hice fue malo, que te deje ir por las
cagadas que me mandé, pero no me dejes, mi vida es una porquería, ¡te extraño
Marisol, ¡Te extraño! Escribo tu nombre
en cada descanso de mi laburo. Cuando estoy con Diana se me aparece tu cara,
¡Te extraño Marisol!, ¡no me dejes!, ¡no me cortes...! ¡Por favor!
-Señor, no
sé qué decir. Entiendo su desolación, pero yo no soy Marisol. Yo soy Inés, casada
con Roberto Pérez…eh… y… que no soy Marisol. Lo siento pero debo cortar, es muy
tarde.
-¡No,
Marisol, ¡no! ¡No me dejes!
Desconsolado,
el hombre suelta el teléfono. En ese instante Diana, semi- desnuda cubierta
solamente con toallas, entra y lo ve llorando. Angustiada busca las
pastillas:
-¿otra vez
lo de Marisol vos? ¿Cuándo vas a entender?
- Era ella
Diana, lo sentí, era ella, lamento decírtelo pero era ella.
- ¿Hace cuanto que viene ocurriendo esto?
-Era ella,
era ella, era ella…
-¡BASTA!
Sabes bien que Marisol está muerta, ¡sabés bien lo que hiciste!
-Era ella,
era ella, lo sé, era ella…
- Ya no
puedo seguir así…esto es mucho para mí. Me cansé de cuidarte para nada.
Diana juntó
algunas ropas. Minutos antes había hablado con el Doctor López para avisarle del ataque de nervios de su
novio, y se marchó.
El hombre
miró el número de teléfono. Repetía constantemente que “era ella”. Miró por la ventana, tomó el frasco de pastillas y se las mandó todas de un
tirón, esto le produjo convulsiones. Minutos después, murió.
( Episodio III)
Suena el
teléfono:
“te
comunicaste con la casa de Eduardo Flores, en este momento no estoy…deja tu
mensaje después de la señal”
-Hola Eduardo…soy
yo. ¿Estás?
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