viernes, 14 de febrero de 2014

El Número Equivocado.


Este es un relato viejito mío que quiero compartirlo. Cada vez que lo veo siento la necesidad de tratar de arreglarlo o de cambiarlo...En fin espero que lo disfruten. 

El número equivocado
                                    En un mismo tiempo lo que ayer eterno
entra en otras ropas, lo casual desdobla lo tan cierto.
Las curvas que cruzan los planos tan rectos
y alguien busca sin temor el número imperfecto.
     (Catupecu Machu)
                                                                        ( Episodio I)
Suena el teléfono
-hola.
-Hola, ¿esta Marisol?
-¡NO! Equivocado señor (y corta bruscamente)
El hombre desconcertado revisa el número y vuelve a marcar.
-Hola
-Hola, sí, ¿Está Marisol?
-No señor, ¡equivocado!
-Espere, espere ¿Es el 46532435?
-Sí, señor pero no hay Marisoles por aquí.
-¡Qué raro! ¿No me estará ocultando algo no, señorita?
-Señora, y más respeto que soy casada.
- Marisol, ¿no te acordás de mí? Soy Eduardo.
-¡Que no vive ninguna Marisol acá señor!, ¡déjese de hinchar o aviso a la policía! Mire que su número aparece en mi teléfono, está claro ¿eh?
El  hombre corta abruptamente. Revisa nuevamente el número, se pregunta por qué esa señora no admitía ser Marisol, la chica que siempre fue dulce, tierna, la mujer que él siempre amó. “Probaré más tarde, ahora necesito pensar” se dijo mientras preparaba una taza de café. Lo noche se vestía con nubarrones y truenos, apenas podía lucirse la luna. “intentaré otra vez” repetía en medio de la soledad de su habitación, plagado de ansiedad, escondido  porque no quería que su novia, recién llegada de un viaje largo, lo escuchara.  “Cuando Diana-su novia- entre a la ducha, llamo” dijo. Instantes después el hombre oyó el ruido de la puerta del baño que se cerraba fuertemente.  Probó suerte otra vez.
                                       
                                                       Episodio II

-Hola
-Hola, ¿Marisol?
-Señor, ¿otra vez usted? Se lo repito una vez más, acá no vive ninguna Marisol.
-Yo sé que sos vos Marisol. Yo sé que el tiempo nos separó por cagadas que me mandé, pero escúchame, yo te amo y siempre te ame.
-Señor, es todo muy lindo lo que dice, pero cómo le hago entender que yo no soy Marisol.
-Yo sé que no querés hablar conmigo, que todo lo que hice fue malo, que te deje ir por las cagadas que me mandé, pero no me dejes, mi vida es una porquería, ¡te extraño Marisol, ¡Te extraño!  Escribo tu nombre en cada descanso de mi laburo. Cuando estoy con Diana se me aparece tu cara, ¡Te extraño Marisol!, ¡no me dejes!, ¡no me cortes...!  ¡Por favor!
-Señor, no sé qué decir. Entiendo su desolación, pero yo no soy Marisol. Yo soy Inés, casada con Roberto Pérez…eh… y… que no soy Marisol. Lo siento pero debo cortar, es muy tarde.
-¡No, Marisol, ¡no! ¡No me dejes!
Desconsolado, el hombre suelta el teléfono. En ese instante Diana, semi- desnuda cubierta solamente con toallas, entra y lo ve llorando. Angustiada busca las pastillas: 
-¿otra vez lo de Marisol vos? ¿Cuándo vas a entender?
- Era ella Diana, lo sentí, era ella, lamento decírtelo pero era ella.
-  ¿Hace cuanto que viene ocurriendo esto?
-Era ella, era ella, era ella…
-¡BASTA! Sabes bien que Marisol está muerta, ¡sabés bien lo que hiciste!
-Era ella, era ella, lo sé, era ella…
- Ya no puedo seguir así…esto es mucho para mí. Me cansé de cuidarte para nada.

Diana juntó algunas ropas. Minutos antes había hablado con el Doctor López  para avisarle del ataque de nervios de su novio, y se marchó.

El hombre miró el número de teléfono. Repetía constantemente que “era ella”. Miró por la ventana, tomó el frasco de pastillas y se las mandó todas de un tirón, esto le produjo convulsiones. Minutos después, murió.

                                                   ( Episodio III)

Suena el teléfono:
“te comunicaste con la casa de Eduardo Flores, en este momento no estoy…deja tu mensaje después de la señal”

-Hola Eduardo…soy yo. ¿Estás?

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